Me serví una taza de té y me senté en la fría tierra, ni siquiera sé porque preparé té y no café, odio el té, al menos el que no tiene leche. Serví una taza para él y otra para ella, hace un par de días que no hablaba con nadie, ni por celular ni en persona. Llegaron muchos mensajes y los ignoré, y los que esperaba y espero, nunca llegaron, En cambio, hoy tengo a dos de mis amigos en mi jardín,
Me encantaba tomar el desayuno en el jardín, aunque últimamente lo he utilizado para acurrucarme en la amaca y ver el amanecer, les diría que por gustó pero la verdad es que apenas y he podido dormir. Más tardó en conciliar el sueño que en lo que ya estoy despierta. He pensado que quizás necesité pastillas para dormir pero es lo último que quiero, por eso compré ese horrible y amargó té.
Hoy ellos están aquí y no tengo manera de no responder, no puedo simplemente apagar el celular o ignorar los mensajes. Están aquí y me están mirando directo a los ojos, viendo todo lo que he cargado este tiempo. Él me abrazó y aunque no era el abrazó que pedía a gritos, abrió muchas compuertas y me rompí, lloré tanto que mojé su camisa, ella también se unió al abrazó y no sé que fue lo que pasó, quizás junto con el llanto salió todo mi cansancio; me desperté en mi habitación, cinco horas después.
En cuanto me levanté fui directo a la ducha, tomé un baño helado como los últimos que he tomado, casi en automático me sentí mejor, más ligera, más despierta y hambrienta. Cerré la ducha, me envolví en una toalla y entré a mi habitación, me vestí, tomé unos jeans y una jersey. mi cabello simplemente suelto y sin cepillar. Salí de mi habitación y nada había sido un sueño o pesadilla.
Ellos seguían en mi casa, ella había preparado una cena gloriosa. Justo a tiempo diría yo. Los abracé, está vez sin lágrimas, fui al refrigerador, saqué tres cervezas y nos sentamos a la mesa. Se había sobreentendido que por lo que estaba pasando no quería hablar ni ver a nadie, yo no hice nada por cambiar la idea, pero ciertamente la soledad y el dolor me estaban rompiendo.
No quería lejos a nadie, mucho menos a quien me saca sonrisas. Mucho menos a quien me trae calma y seguridad. Pero así había estado, sola. Quise entender también a los demás, Nadie sabe que decir, ni vivir una situación así si no tiene nada que ver, sin embargo, algunas veces pensé que estaba realmente sola, aunque supuestamente no era así.
Después de cenar, ellos se fueron con la promesa de volver al día siguiente. Fui a mi escritorio, saqué una hoja y una pluma, hice una lista; "pérdida", "dolor", "miedo", "necesidad de amor", "felicidad", "soledad", "hechos", "fortaleza", "él". Salí al jardín, lloré un poco más, y aunque no me gusta hacer juramentos, esa noche me jure estar mejor, con ayuda o sin ella, y aún con el temor de tener más perdidas. Nunca me he abandonado y no iba a comenzar ahora.
Le di de comer a Baxter y me fui a la cama. A la mañana siguiente desperté tranquila, miré el reloj y eran las ocho treinta, vi el parpadeo de mi celular y después de un par de días lo revisé, 12 conversaciones, mis amigos, mis hermanos y mi novio. Respondí a todos, era un día diferente, un despertar diferente, yo me debía un juramento y como siempre, aún con el dolor, me levanté y seguí, el tiempo me iba a sanar, con esa convicción, sonreí.
- Marisol.
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- Dann,
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