lunes, 3 de febrero de 2014

Nunca más.

Y esta vez de verdad.

Muchos días han pasado desde que hemos tenido noticias de Frida y aún más días desde que ella sabe algo de Elliot. Aún no es tiempo de volver al colegio francés, no han pasado ni dos meses y las semanas ya encierran un mundo.
El aislamiento le viene bien a Frida para pensar. pero tanto aislamiento puede hacerla olvidar que hay más personas a su alrededor.

Dentro de su entorno faltaba su pilar más dulce. Había dejado a Elisa en Francia. Cada semana venía la carroza de mensajería y dejaba una carta de su amiga y se llevaba una escrita para ella. Definitivamente ninguna carta lograba llenar su ausencia, pero si la mermaba un poco. Leer esas cartas siempre era un éxtasis para Frida, aunque contenían trivialidades, la comodidad y confianza que ambas se tenían, fluía incluso en las cartas.

Cierto día el cartero no llegó. Ni al día siguiente, ni al siguiente de ese. El primer temor de Frida era que a Elisa le hubiera pasado algo. Al quinto día Elisa llegó a medía noche. La recibieron los sirvientes y tan sólo entro a la casa, corrió a la habitación de su amiga. Conocía tan bien esa casa como la suya. Ella llevaba una encomienda, que sabía muy bien que destrozaría a Frida.

- He usado todo el tiempo que me tomó llegar hasta aquí para relajar las palabras que tengo que decirte, pero ha sido inútil. Sólo te lo diré. 

- ¿Qué pasa Elisa? Parece que hubiera muerto alguien. Apenas soltó Frida esas palabras y enseguida supo de quien se trataba. 

- Hace una semana, estando apunto de zarpar con la tripulación pesquera fue a verme. Quería despedirse y preguntarme por ti. Le di noticias tuyas, se alegró y con una sonrisa triste se fue. Sabes bien que por su trabajo es común no verlo en al menos tres semanas, pero dos días después de que fuera a verme llegaron noticias de la embarcación. Un pequeño navío que navegaba no muy lejos de su barco vio cuando el incendió comenzó y en seguida la mitad de la nave estaba en combustión. Los barcos salvavidas han llevado a los heridos de gravedad y aunque toma dos días y una noche llegar hasta dónde todo paso, están trabajando para traerlos a todos de vuelta.  - Era notorio el nerviosismo en la voz de Elisa y en su cuerpo tembloroso -. 

- ¿Y él, Elisa? !¿Dónde está él?!

- No lo sé, él no vino con los primeros barcos, y hasta que vine aquí, tampoco había llegado. 

- Él no puede estar muerto. No puede hacerme eso, Elisa. No puede dejarme.

Frida había dejado de pensar en él hasta el punto de solo recordarlo si alguien mencionaba su nombre. Pero está vez su nombre no había sido mencionado, esta vez sintió tenerlo a dos centímetros de ella, compartiendo respiración. Sintiendo el calor emanado de su apiñonada piel. Sintió el vació alrededor de su cintura, sintió la ausencia de sus brazos rodeándola. Pensó en cada momento que habían pasado juntos, como ver todo resumido y a velocidad luz. Llegó hasta Francia en estado de shock. 

A las cinco agobiantes horas de estar en la bahía preguntando y esperando a saber algo. Un pequeño barco lo trajo de vuelta, hipotermico, y con una herida calada por el frío, dijeron que las quejas de dolor habían cesado hace una hora. No sabían si seguía con vida. Enseguida una carroza se lo llevó al improvisado hospital, en ese entonces apenas se escuchaba hablar de las cirugías, aún así, un viejo doctor le practicaría una. Ya terminada la intervención, debían esperar a que sobreviviera a la recuperación. Su vida era muy escasa. 

Frida estuvo junto a él, rogando a que se salvará. Ella había intentado muchas veces olvidarlo. Pero sólo cuando entendió que no quería olvidar, fue cuando pudo seguir sin él en esa parte de su vida. Más él no podía morir, necesitaba su mirada, su voz, necesitaba que el mundo le diera lo que antes no le dio. Él no merecía un final sin antes entender que no era el tipo malo que todos decían, era el tipo difícil de entender y fácil de amar. era el tipo que había cambiado la vida de Frida, la había hecho más valiente, madura y segura de sus sueños. Él no podía morir sin un buen final.

- Frida - dijo en un susurro - ven. Frida se acercó y sus lágrimas cayeron sobre de él y él despegó sus labios invitandola a ellos. Ella lo besó con todo su amor y anhelo contenido, lo besó, imitando la esencia de sus besos escondidos de hace mucho tiempo.

En medio de un beso, dos "te amo" se cruzaron. Y un adiós quemó dos almas. 

Elliot ya no respiraba y Frida moría junto con él.

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- Dann.



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