Hoy te escribo desde ese lugar donde nos conocimos, ese lugar donde preparan mi café favorito ¿lo recuerdas? yo sí, muy bien, aún me causa gracia que estuvieras en esa cafetería cuando odias el café. Se le agradece a Leo, tu buen amigo, que ese día te haya arrastrado hasta ese café.
Tu mamá ha venido a buscarme me ha dicho que le llamaste. Sé que aún no tienes las fuerzas para llamarme. Por aquí todo ha estado en mejora. Salí a caminar con tu madre, es una mujer muy agradable, tierna, sin duda que heredaste ese carácter tan recio de tu padre. En fin, hemos hablado hasta el anochecer, me contó quién es ella. Ahora veo todo de una manera más clara, ya no siento odio que quizá más que odio termina siendo miedo de perderte, aunque espero que esto aún no haya pasado y yo siga encajando tan bien como nadie más en tus brazos.
¿Tan difícil de contármelo era?
Eres muy misterioso Elliot. Creo que esa es una de las cosas que yo tanto adoro de ti.
Eramos un par de rotos que se cruzaron y vinieron a perderse el uno con el otro. Se dice que el amor existe para saber cuanto dolor soportamos, yo sé que me has herido como nadie, y sé que nunca pretendiste hacerlo, también sé que he soportado el dolor más grande porque sólo quien sufre, ama.
Cuando nos separamos, después de una semana, era la persona más vacía y fría, bajo una coraza que hacía rechazar todo. Entendí que cuando crees que el amor se ensombrece es cuando esta bajo prueba, para que al final, crezca y nos desborde, que traes mi vida de vuelco, la llenas de éxtasis, enojo, rebeldía y libertad. Tú me llenas Elliot. Tú haces mi vida nueva.
Te anhelo y te espero, trae de vuelta tus matices, dame tus colores y yo te daré un lienzo para que pintes nuestra vida..
Siempre tuya
Frida..
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